lunes, 3 de agosto de 2009

RECOGIENDO EL GUANTE

Hola a ebribadi.
Lo que me sucedió hoy es digno de ser contado. Resulta que salgo a trabajar como todas las mañanas y me dirijo a tomar el ferrocarril. Estaba a la vera del andén a las siete y media de la mañana. A esa hora estoy con el disco duro reseteado y con dos palitos en los párpados. Bien, en un acto de somnolencia y no sé cómo, uno de mis guantes se escurrió de mis manos y fue a parar a las vías. Los demás pasajeros medio que se cagaron de la risa de mi desgracia y yo...
-Cha de la lora, justo ahora se me viene a caer el guante a mí!!!- porque justo venía el tren y tuve que subir que llegaba tarde. Con enojo guardé el otro guante (el izquierdo) en la mochila y pensaba en tener que comprar otro par nuevo, que ese ya tenía 3 años y había cumplido sus servicios con creces.
Pero a la tarde mientras volvía en el mismo medio de transporte, me acordé del guante perdido.
-¿Y si lo busco apenas llegue? Capaz que está- así llegué a Padua a las cuatro y media y bajé. Caminé hacia el mismo lugar donde a la mañana acaeció el hecho. Miré a los rieles y el pobre guante ahí estaba todavía. ¿Qué hice? Y sí, salté a las vías y lo recogí al pobre olvidado. Cuando quise subir sentí el paso de los años. Lo que antes era un trámite hoy se hizo imposible. Los brazos me cedieron y casi me voy de nuca. Así que desistí y ante la mirada de todos tomé mi otro guante y lo guardé en la mochila.
-¡¡Se me cayó a la mañana!!- le conté a todos.
-Comprate guantes nuevo, rata!- me contestó uno.

Seguí mi camino por entre los durmientes y las piedras y fui a tomar el colectivo.
Mirá lo que hace uno por un par de guantes roñosos.
Chris

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